Roberto da Silva Rocha, profesor universitario y politólogo
Leyendas de la Biblia
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Los libros sagrados cuentan leyendas, mitos y la biblia tiene sus mitos, son los mitos negados por sus seguidores, nunca admitidos por ningún creyente.
La biblia para sus creyentes es un libro sagrado inerrante, para los teólogos la biblia es un material de trabajo, para los aprovechados de la fe la biblia es una fuente de ingresos y para los fanáticos la biblia es una fuente de asombro, terror, miedo y pasión.
Me sigo preguntando: ¿cómo sería el libro más vendido de la historia de la humanidad sin sus leyendas, negándose a sí mismo como un libro de leyendas, o, el libro que contiene leyendas?
Me imagino que para ser respetado por los intelectuales y científicos, se excluirían de la biblia las leyendas más inverosímiles, ¿cómo sería la biblia sin las historias fantásticas del Arca de Noé?
Se podría empezar por excluir la primera de ellas: la creación del mundo y el Jardín del Edén.
Los ateos podrían celebrarlo y aprovecharían la ocasión para sustituir el creacionismo por la mayor de las leyendas astrofísicas, el fabuloso Big bang. Pero qué pena que el Big bang se haya debilitado por el sabotaje de los propios astrofísicos que remendaron el chasquido del Big bang por la superinflación que es una explosión real y excepcional que viola todas las leyes de la física y las matemáticas. El Big bang fue la primera violación de las leyes de la física pero resultó ser muy problemática matemáticamente.
La ciencia tiene sus dogmas y mitos, llamados por Robert Merton como dogmas deterministas, como en Matemáticas el conocido enigma de la indeterminación de la raíz cuadrada de dos, otros como el indeterminismo de pi, o la división por cero y otros indeterminismos.
La diferencia entre la ciencia y la religión es que la ciencia es autocrítica y los creyentes son intolerantes a la duda.
Cómo sería reescribir una nueva versión de la biblia sin las leyendas de Jonás en el vientre de la ballena, sin el pelo mágico de Sansón, sin el cruce del Mar Rojo, sin la multiplicación de los panes, sin la Torre de Babel, sin la resurrección.
Pero una Biblia así sería un desastre, ni la ciencia podría soportar vivir sin la leyenda de Darwin sobre la generación espontánea y la Teoría de la Evolución de las Especies.
Incluso la ciencia exagera un poco, Eisntein tardó en tragarse el fenómeno cuántico de la doble rendija de Fresnell, en el que un fotón es capaz de pasar por dos rendijas paralelas al mismo tiempo, o la contracción temporal de la velocidad transluminar de Einstein, que obligó a corregir el tiempo para que el GPS funcionara con baja tolerancia al error.
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