El Problema de la Medición
Antes de la fundación del Positivismo Científico, existía confusión entre los científicos sobre el valor de la teoría y el principio de inmanencia del deductivismo, la rama predilecta de los astrónomos, donde el conocimiento científico se demuestra mediante debates entre teoremas, corolarios, teorías y principios, sin demostrarlos en la práctica en un laboratorio, sin contacto humano, sin poder reproducir las teorías en un entorno controlado, como, por ejemplo, reproducir un terremoto para validar las premisas y las causas de un terremoto.
Así pues, el debate entre inmanentistas y empiristas continuará, y ambos se complementan simplemente porque existe un problema para ambos que se creía resuelto con la introducción de la medición técnica instrumental: observar la realidad mediante instrumentos de medición calibrados, en lugar de usar la vista, el oído, el gusto y el tacto para medir la temperatura; el titulador de acidez de una sustancia para reemplazar la lengua y el gusto; el reloj se introdujo para medir el tiempo con gran precisión y en fracciones en la escala de Planck, y por otro lado también en escalas astronómicas. Sin embargo, el problema de la medición que Auguste Comte pretendía resolver reapareció con el principio de incertidumbre de Heizemberger.
El principio de incertidumbre de Heizemberger resurgió la cuestión de la imposibilidad de obtener una medición exacta y precisa de algo, ya que el instrumento de medición interfiere con el objeto medido, alterando la precisión de la medición. Por ejemplo, un termómetro necesita alcanzar el equilibrio térmico para registrar la medición, y al hacerlo, altera la temperatura del objeto medido.
Asimismo, el investigador interfiere en las mediciones recopiladas en una encuesta de opinión, influyendo en el sesgo bayesiano debido a su formación intelectual, sus creencias y su cultura, como quedó claro en el problema del sociólogo-antropólogo Malinovsky en su estudio sobre la interpretación del comportamiento social de los habitantes de las culturas de las Islas Trobliland.
El problema de la existencia de las cosas
Muchas cosas no se pueden ver directamente, como los átomos y los electrones; otras nunca se verán, como la temperatura, el aire, el viento y la fuerza; algunas solo se pueden sentir sin ser vistas; otras ni siquiera se sentirán, como los fotones, el campo magnético y el tiempo.
La pregunta más inútil para un científico es: ¿existe?
La respuesta a la pregunta de si algo existe o no es irrelevante; depende únicamente de nuestras convicciones personales, psicológicas, religiosas o filosóficas.
Podríamos extender este principio de incoherencia del problema de la existencia de las cosas a otros ámbitos de la vida, ya que no todo lo que creemos que puede existir puede verse o incluso comprobarse directamente en el universo debido a las dimensiones temporal y espacial. Así, para nuestros sentidos humanos y nuestras creencias culturales, los dos conceptos abstractos de eternidad (tiempo infinito sin principio ni fin) e infinito (lo inmensible) son incognoscibles.
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